City Bell fue víctima de la peor semana en años, en donde dos noticias perturbadoras marcaron la agenda no sólo local, sino también nacional. El brutal asesinato de la médica psiquiatra Virginia Franco, de 68 años, golpeada hasta la muerte en su casa, confirma que el límite ya se cruzó.
Ya no quedan dudas, el abandono es total. Y no es ninguna novedad, ni mucho menos algo aislado. Lo que venimos advirtiendo hace tiempo dejó de ser alarma para convertirse en tragedia. Durante meses, desde NexoNorte insistimos: City Bell está en terapia.
Lo dijimos cuando las balaceras se volvieron habituales, para los vecinos ya es "normal" escuchar disparos al aire libre como si fueran fuegos artificiales. También lo escribimos cuando contamos que la urbanización avanza sin control, con la complicidad de la Municipalidad de La Plata y el nuevo Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT).
Virgina Franco fue hallada asesinada el pasado sábado 15 en su casa de City Bell, ubicada sobre la Calle Cantilo (473) entre 15 A y 17.
Y, lo reafirmamos hace pocos días cuando denunciamos el secuestro en City Bell y la posterior violación de una joven de 25 años en el Parque Pereyra Iraola. La víctima fue abusada durante horas y abandonada a su suerte. Este caso, además, expuso un dato escalofriante: el principal acusado por la violación es un policía.
Sí. Un efectivo de la misma fuerza que debería protegernos. No se trata solo de un crimen atroz: es la confirmación de que el sistema está tan corrompido que ya ni siquiera podemos distinguir al agresor del protector. Estamos totalmente a la deriva. Mientras tanto, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires mira hacia otro lado.
La muerte de Virginia, las balaceras, los robos violentos, las entraderas, las motos que circulan de noche sin control, los vecinos que ya no salen ni a comprar el pan: todo forma parte del mismo mapa. Un territorio liberado. A merced de los delincuentes.
La investigación por el abuso sexual de la joven de City Bell derivó en la detención de un sargento de 32 años en Ingeniero Allan.
City Bell fue durante décadas sinónimo de verde y tranquilidad. Hoy, sus familias duermen con el celular en la mano, por si alguien entra a la fuerza. En el barrio, las cámaras privadas suplieron a las públicas. Y todos los días sus vecinos rezan para que ningún ser querido sea el próximo nombre en una tapa de diario.
Desde NexoNorte lo dijimos, lo escribimos y lo repetimos: la situación está fuera de control. No es exageración. No es paranoia. El Gobierno Bonaerense tiene que dar respuestas. Cuando un policía es el violador, cuando una mujer es asesinada en su casa, cuando un pueblo entero vive sitiado: el responsable político es claro.
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