Mientras la realidad económica aprieta, hay noticias que superan el límite de lo indignante. En los últimos días, Aguas Bonaerenses Sociedad Anónima (ABSA) confirmó un nuevo aumento de tarifas para City Bell, Gonnet, Villa Castells, Villa Elisa y aledaños.
El aumento sería del 11%. Un golpe directo al bolsillo que llega de la mano de la misma empresa que, hace más de una década, mantiene a miles de vecinos de la Zona Norte de La Plata como rehenes de su ineficacia, sobre todo en Gonnet y Villa Castells.
Para los vecinos de la Zona Norte, este aumento no es un simple ajuste, es una burla histórica. Pensemos en localidades como Gonnet y Villa Castells, donde la falta de agua corriente es la norma, no la excepción, desde hace ¡más de diez años!
Para los vecinos de Gonnet y Villa Castells acceder al servicio de agua potable en sus casas es una promesa incumplida que se repite año a año.
Mientras ABSA prepara las nuevas boletas con ese 11% de incremento para el mes de diciembre, los frentistas siguen condenados a la medieval tarea de cargar bidones o hacer fila en las delegaciones para recibir sachets de agua como paliativo. El servicio de agua potable en sus casas es una fantasía, una promesa incumplida que se repite gestión tras gestión.
Si la falta de agua es un escándalo, la calidad del líquido que sí llega a la red es un riesgo sanitario inaceptable. El aumento del 11% cobra un dramatismo aún mayor cuando se confirma que el agua que consumimos no es apta, según un reciente informe del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA).
Como informamos a principios de octubre desde NexoNorte, se encendió una alarma sanitaria en La Plata por la detección de arsénico en el agua de red de zonas como City Bell y Gonnet. En resumen, ABSA quiere cobrar más por un agua que, además de ser escasa, en muchos puntos es potencialmente peligrosa.
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