sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº1963

Weekend | 25 sep 2022

📧 Correo de Lectores

✍ La ceguera de Edipo como causa y efecto de la entropía sociocultural en Argentina

En esta nueva entrega el protagonista es Rafael Ignacio Carrizo, un vecino oriundo de City Bell, que realizó un análisis basado en los sucesos del 1 de septiembre del año 2022, que pretende comprender cómo y bajo qué circunstancias una persona es capaz de gatillar un arma en un claro intento de magnicidio. Para ello, utilizó como base teórica a Edipo Rey de Sófocles.


Así como en Edipo Rey se ve reflejado una lucha de poderes que ciega a Edipo, nublando su pensamiento crítico impedido de ver la realidad que lo rodea, podríamos hacer una analogía con la actualidad, donde esa lucha y ceguera está consumiendo a un pueblo que padece de la peste que a lo largo de décadas de desidia se va difuminando como una hiedra venenosa que contamina todo a su paso. 

La peste de la cual se habla en Edipo Rey, podríamos interpretarla a la fecha como todos lo factores que influyen en el día a día de una sociedad civilizada y que de una u otra forma afectan la calidad de vida y el desarrollo de esa comunidad como son: inflación, hambruna, economía, salud, educación, entre tantos otros ejes socioeconómicos. Esta peste no es nueva, pero se vio acelerada durante la pandemia de COVID-19, que tuvo sus inicios a principios de 2020 y aunque, con menor alcance continúa vigente.

En la antigua Grecia, los oráculos eran seres que a través de runas podían comunicarse con los dioses y así predecir el futuro. Los oráculos de la actualidad ya no utilizan runas o magia, estos son más sofisticados. Esta nueva clase de oráculos son los que manejan los medios hegemónicos de comunicación y, aunque predecir el futuro ya no es rentable, se han ido adaptando a los cambios de época y nuevas tecnologías. Entramos en un mundo de sobreinformación o infodemia

En la antigua Grecia, los oráculos eran seres que a través de runas podían comunicarse con los dioses y así predecir el futuro.

La lucha entre dos facciones políticas se halla en decadencia, las redes sociales van calando hondo y desgastando extremos ideológicos, introduciendo un abanico de referentes políticos con opiniones encontradas, donde cada uno intenta dejar conforme a sus súbditos, pero que deben asociarse de alguna manera para acceder al poder real, obligándolos de esta forma a limar asperezas y firmar acuerdos entre dientes al momento de su postulación si quieren tener la posibilidad de acceder a los cargos de poder de mayor rango. La realidad de una sociedad agotada y no suficientemente conforme con sus líderes, nos hace preguntar, no quién será coronado rey, sino qué quedará para reinar.

Podríamos inferir que dichas redes actúan como transmisores no demasiado fieles de la palabra de los oráculos —los medios de comunicación— diversificando aún más la opinión popular. Los mismos se nutren y distribuyen información o desinformación según convenga a su ideología,  ya que de una u otra forma cada individuo expresa a través de estas redes su conformidad o no, sus ideas, sus anhelos y fracasos, sin tener una idea suficientemente crítica, ya que en estos medios —las redes sociales— la información es muy diversificada pero escueta, generando así una rotación sistemática y sin mayor análisis de frases o situaciones que se masifican dentro de la burbuja social, a la cual cada individuo o grupos de estos pertenezcan.

La generación de estas burbujas y los distintos entendimientos o comprensión de diferentes situaciones, obliga al sistema político en su conjunto a tener una mayor pluralidad de ideas en las soluciones o propuestas que dichos actores deben realizar y traen aparejado de esta manera que las disidencias entre actores de un mismo grupo se incrementen, las uniones de estas ideas tan diversas se visualiza en el corto plazo en las sociedades, ya que obviamente no se puede dejar conformes a todos y el descreimiento popular no hace más que acrecentarse a medida transcurre el tiempo.

En las redes sociales, la información es muy diversificada pero escueta. 

Todos los individuos de un pueblo somos emergentes de la propia sociedad, debemos como tales respetar y hacer respetar una escala de valores, la vida está por sobre todos. Sucede que la ruptura de contratos sociales, la incapacidad de poder acceder a un mejor nivel socioeconómico, ya sea por falta de mérito propio o por situaciones ajenas, nos obliga a hallar un culpable y de esta manera reconfortarnos; en estas situaciones extremas los dirigentes son los culpables, a ellos se los señala ya sea por acción o inacción.

El suceso ocurrido el 1 de septiembre del 2022, caratulado como intento de magnicidio, en donde se atentó contra la vida de la Sra. Vicepresidenta Cristina Fernández, se puede plantear como un claro ejemplo de lo que ocurre, cuando las señales que descienden de algunos actores de lo más alto del poder político, cualquiera sea su ideología, no sólo no dan soluciones claras, sino que se transforman en comentaristas de la realidad, de su propia realidad, o la que quieren hacer ver cada uno a su manera con sus razones equívocas o no, algunos cegados por su ira, otros por impunidad, otros por anhelo de coronarse rey, hacen lo imposible por dejar afuera a sus contrincantes, mientras que a su paso siguen diseminando la peste que envenena al pueblo. Mucho se habló, se plantearon hipótesis de todo tipo y según avanza la investigación se van conociendo nuevos actores, ya no es sólo un lobo solitario quien produjo el atentado, existen otros, sería incierto a la fecha decir cuantos más, pero todo indicaría que fue planificado por un grupo de jóvenes que con ideas llamemoslas, revolucionarias, locas o cualquier palabra que pudiera intentar describirlos, produjeron el ataque a Cristina Fernández

Tal vez es momento de reflexionar y pensar fríamente lo que ella significa para muchos conciudadanos, no podemos referirnos a su persona como una emergente más de nuestra comunidad, es además una emergente del poder político que a lo largo de su vida ha logrado cosechar amores y odios convirtiéndola en la figura de poder más influyente de nuestros días. Existen quienes la idolatran hasta el punto del fanatismo pero también hay un extremo opuesto que no comparte en lo absoluto sus ideales, no obstante esto, hay una sociedad intermedia que sólo buscar crecer y desarrollarse, que no comulga con uno ni otro extremo, que muchas veces se halla en la obligación de tener que elegir uno de ellos, pero que al ver transcurrir el tiempo sin observar modificaciones importantes en su realidad, provocan que en un breve período sientan nuevamente esa desazón y desamparo típicos de alguien que es abandonado a su propia suerte

Cristina Fernández, a lo largo de su vida ha logrado cosechar amores y odios convirtiéndola en la figura de poder más influyente de nuestros días.

Cuando hablamos de entropía, nuestra mente automáticamente nos dirige a la idea de desorden, pero no como algo que está simplemente desordenado, sino como algo que cada vez se irá desordenando más, es por ello que la palabra me pareció adecuada, nuestra sociedad está desordenada, no hay valores, ni principios, ni acuerdos de cualquier tipo que pudieran indicar un pronto cambio y la unión de las grandes mayorías con una meta en común, mientras esto continúe así el desorden seguirá en aumento.

Si tuviera que cerrar la idea basándose en Edipo rey diría que la ceguera ha invadido a toda la sociedad en su conjunto, al igual que Edipo no pudo ver lo que se avecinaba, su pueblo tampoco hasta que la peste lo invadió. Su tío y su mamá podría decir que cumplirían el papel de aquellos emergentes políticos de mala fe, que no poseen visiones claras más que sus propias y mezquinas ambiciones personales y que hacen un uso sistemático de la negación, la ocultación y la mentira, difundiendo estas a través de sus oráculos, los medios de difusión masiva y redes que se hacen eco de dicha información, llegando al consumidor final con un mensaje cada vez más confuso.

A partir de los hechos sucedidos el 1ro de septiembre, distintos representantes del poder, difundieron la idea de discursos de odio como generadora de tal situación. Podría definirse a estos como las causas y efectos generados por políticos de mala fe —los Creontes del libro de Edipo—  que a través de los medios de comunicación masiva —sus oráculos—, repiten sin descanso mensajes dañinos que intensifican la grieta desgastando a una sociedad ya sufrida. El joven acusado de intento de magnicidio, no sería más que otro emergente de esa sociedad tóxica, cegado por la idea de que él era el representante de las voces de los oráculos y el tío, que venía a traerle el mensaje a Edipo: "La peste es tu culpa".

 

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El autor de este Correo de Lectores es Rafael Ignacio Carrizo, de 29 años, estudiante avanzado de Periodismo y Comunicación Digital en la Universidad Nacional de La Plata.

Según le contó a NexoNorte, Carrizo es un vecino del barrio lindero al Country Club de Estudiantes de City Bell, en donde vive hace ya más de 20 años. Sobre su vínculo con la literatura, expresó: "Comencé a escribir inspirado en varios autores y autoras como Leila Guerriero, Marana Enriquez, Martin Caparros, Pierre Bourdeau, entre otros".

A lo que agregó: "Mis escrituras están influenciadas por todo el conjunto de lecturas que llevo en mi bolso, así que no son sólo mis palabras las que se encuentran allí, sino que un pedacito de cada gran autor está dentro de ellas. Me considero una persona analítica y en busca de la verdad aunque nunca exista sólo una verdad, sino un conjunto de verdades subjetivas".

NexoNorte, la información transforma.

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