A veces da la sensación de que la Municipalidad de La Plata vive en una ciudad paralela. Una ciudad de papeles, pliegos, planos y proyectos que se discuten entre funcionarios y asesores. Mientras tanto, la verdadera ciudad, la que habitamos los vecinos de a pie, se desarma (y desangra) todos los días un poco más.

El pasado martes 4, en el barrio Las Nuevas Banderitas de City Bell (Calle 157 y 447), tres delincuentes irrumpieron a plena luz del día, entraron a robar a dos casas y balearon a un vecino que intentó detenerlos. Tiros, miedo y una huida a toda velocidad por calles rotas, sucias y sin ningún tipo de presencia policial. 

Claro está, lo de City Bell no es un hecho aislado. Es el síntoma más violento de un abandono que se siente en todos los frentes: espacios verdes destruidos, basura acumulada, obras a medio hacer, luminarias rotas, tránsito sin control, y una inseguridad que ya no distingue horarios ni barrios. 

Dos de los tres delincuentes que sembraron el terror en en el barrio Las Nuevas Banderitas de City Bell: ¿Hasta cuándo?

City Bell, Gonnet y Villa Elisa se convirtieron, poco a poco, en el espejo del descontrol. Mientras el Ejecutivo local debate el nuevo Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT) y el pliego del sistema de transporte público que regirá los próximos diez años, la realidad es que no hay planificación posible sobre una base que se desmorona. 

Los vecinos y las vecinas no piden maquetas ni tampoco renders: piden poder caminar tranquilos, circular sin pozos, y ver un patrullero cada tanto. La desproporción entre los anuncios y la vida real ya se volvió obscena. La Municipalidad habla de "ciudad del futuro", pero sin tener en cuenta que la "ciudad del presente" está herida.

Sin dudas, La Plata necesita presencia real del Estado, planificación con los pies en el barro y decisiones que devuelvan algo de paz a los barrios. Porque detrás de cada número, cada expediente y cada código, hay gente que hoy vive con miedo. 

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