En los últimos años, una ola de desarrollos inmobiliarios modificó la fisonomía tradicional de City Bell, con la complicidad de las autoridades de turno de la Municipalidad de La Plata. Donde antes había quintas con frondosos árboles y jardines, hoy se levantan condominios que multiplican, hasta por diez, la densidad poblacional de cada lote.
Los vecinos, en diálogo con NexoNorte, alertan que, además de la pérdida de arboleda, los servicios esenciales y las calles no están preparadas para soportar semejante crecimiento. Una frentista, que pidió resguardar su identidad, aseguró: "Esto ya no es vivir en City Bell", y compartió imágenes de un desarrollo en construcción ubicado en Calle 474 (Pellegrini) entre 17 y 18.
Al respecto de los servicios, los cortes de luz son cada vez más frecuentes en City Bell y sus localidades aledañas, y en muchos sectores la recolección de residuos es nula. Por este motivo, se vuelve de vital importancia el debate del Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT) que se está llevando adelante en el Concejo Deliberante de La Plata.

En City Bell, donde antes había quintas con árboles y jardines, hoy se levantan condominios que multiplican la densidad poblacional de cada lote.
Desde el punto de vista normativo, el debate no es menor. La Ordenanza 12.044, pensada para proteger áreas verdes y la identidad barrial de City Bell, Gonnet y Villa Elisa, está en el centro de la discusión. Su eventual derogación o flexibilización podría allanar el camino para permitir mayor densidad de población sin controles suficientes.
Organizaciones locales como DNI City Bell vienen alertando sobre el impacto acumulativo de las rezonificaciones y las obras que se aprueban sin estudios ambientales integrales previos. Más allá del cambio paisajístico, la discusión también tiene un costo ambiental concreto: tala de ejemplares adultos, mayor impermeabilización del suelo y riesgo de inundaciones en episodios intensos de lluvia.
City Bell se encuentra en una encrucijada decisiva: entre el crecimiento urbano y la preservación de su identidad. Mientras los ladrillos avanzan y los árboles desaparecen, los vecinos reclaman planificación real, controles efectivos y una mirada que priorice el equilibrio ambiental. El futuro del barrio está en juego.
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