La causa por el homicidio de la psiquiatra Virginia Franco, hallada muerta a golpes en su casa de City Bell el pasado fin de semana, dio un giro inesperado en las últimas horas. Una nueva pista empieza a tomar fuerza: la presencia de supuestos jardineros que habrían merodeado la propiedad en los días previos.
El dato no es menor y abre un escenario completamente distinto. Según confirmaron fuentes del caso a los colegas de 0221 Portal, varios testigos mencionaron que el jardín de Franco mostraba un pasto muy alto, sin corte desde hacía al menos dos semanas.
Ese detalle llamó la atención de los investigadores, pero cobró relevancia cuando un vecino declaró haber visto, el jueves anterior al crimen, a dos personas desconocidas dentro del lote realizando "tareas de poda", sin ropa de trabajo y en actitud sospechosa. A uno de ellos lo reconoció como "un muchacho del barrio con antecedentes de mala conducta".
Con estos testimonios, los investigadores diagramaron lo que ya denominan la "pista del jardín". Actividades extrañas y movimientos detectados alrededor de los ligustros y en el frente de la vivienda horas antes del ataque. La hipótesis es contundente: los individuos que fueron vistos allí podrían haber ingresado a la propiedad para observar, planificar o incluso preparar el terreno para un posterior ingreso sin levantar sospechas.
A esta línea se sumó un dato clave de la autopsia preliminar. Los peritos establecieron que Franco habría sido asesinada entre 10 y 12 horas antes del examen médico-legal, lo que mueve la ventana temporal del crimen a la noche del viernes 14. Esto obliga a revisar nuevamente movimientos, comunicaciones y presencia de personas en ese período crítico.
La autopsia detalló múltiples heridas cortantes en el rostro y, sobre todo, en el lado izquierdo del cuello, donde una lesión alcanzó planos profundos. También se constató la presencia de hematomas. Señales de un ataque sostenido y extremadamente violento, compatible con un agresor decidido y con conocimiento del entorno.
Con estos elementos, el fiscal Álvaro Garganta ordenó una segunda intervención de autopsia para profundizar en la mecánica del homicidio y descartar la presencia de rastros que no hayan sido detectados en la primera operación. Paralelamente, se analizan cámaras de seguridad de calles internas y accesos a la zona, así como teléfonos secuestrados desde el inicio de la investigación.
El caso Franco vuelve a exponer un problema que desde NexoNorte venimos señalando desde hace un largo tiempo: City Bell atraviesa un deterioro profundo en materia de seguridad. La ausencia de patrullaje efectivo y una estructura delictiva cada vez más violenta marca un escenario que se repite con crudeza.
La muerte de Virginia Franco golpea por su brutalidad, pero también por la sensación de vulnerabilidad absoluta que se volvió a instalar en la localidad. Mientras avanza la investigación y se profundiza la nueva pista, en City Bell el reclamo es uno solo y urgente: que este crimen marque un punto de inflexión y no otro expediente perdido.
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