Nuestra ciudad se encuentra ante una escena catastrófica: suciedad, calles rotas, falta de iluminación y una problemática vial que se agrava día a día. Los vecinos, quienes manifiestan su descontento con una gestión que hoy prioriza un embellecimiento de sectores, como plazas, que resulta totalmente innecesario, conforman un combo en donde como resultado solo se encuentra la falta de respuestas.

Día tras día, la ciudad de La Plata se ve sumida en una lugubridad que transmite la decepción de los vecinos con la política. Es que una localidad con una fuerte recaudación a nivel impositivo como La Plata debería enfrentar sin sobresaltos cualquier dilema que ocurra en materia política en la jurisdicción, pero, para los tiempos que corren, esto es imposible. Días atrás se anunció una suba importante para el presupuesto del año que viene, la cual implicará que los platenses deban contribuir de manera desmedida una vez más con un erario que está lejos de todos los vecinos.

Una situación que suma una inoperancia de varias décadas de falta de inversión, a pesar de ser una región que sufrió las graves consecuencias de un temporal como el del 2 de abril, hoy plantea un conflicto entre la tributación y la capacidad de respuesta del municipio. En ese sentido, basta con recorrer la periferia, que hoy tiene una densidad demográfica alarmante por asentamientos que se proliferan de manera ilegal, donde es mucho más notoria la ausencia del Estado local. Caños y veredas rotas con aguas que suelen ser un peligro para los transeúntes y, lo que es aún más complejo, las calles totalmente intransitables. Este panorama implica que el año próximo concejales electos y quienes ya vienen cumpliendo con ese rol deban ponerse a discutir verdaderamente los problemas que complican a miles de platenses.

Gastón Landi no dudó en asegurar: "Nuestra ciudad hoy se incluye en los índices de homicidios con un fuerte ascenso en los últimos tiempos".

Por otra parte, es necesario tomar cartas en el asunto de la inseguridad que hoy azota a muchos platenses que a diario se ven envueltos en hechos de violencia sin límite. Nuestra ciudad hoy se incluye en los índices de homicidios con un fuerte ascenso en los últimos tiempos a ritmos acelerados. La falta de esclarecimiento acerca de la ilegalidad de sitios como la megatoma ha hecho que ese lugar avance desmedidamente, generando un foco extremo de tensión donde convive el narcotráfico y la inseguridad. Por ende, querer tapar la desidia a partir de una obra pública inoportuna —como lo es remodelar lugares no primordiales— es atentar contra los contribuyentes que día a día se esmeran para poder pagar los altos impuestos sin recibir la contraprestación de servicios.

Es redundante focalizar también cuál es la capacidad de gestión ante sitios públicos como la República de los Niños o el Bosque. El replanteo tiene que recaer en la idea de que la calle se encuentra fuera de control, y si esto se combina con la falta de inversión, el problema puede ser más grave. El cobro en estos espacios es una buena opción, pero la responsabilidad del municipio es aún más grande, y hoy no parecen tener esa autoridad moral para llevarla a cabo. Esta falta de acción se refleja en la opacidad en la Administración, donde la transparencia tiene hoy muchas complicaciones. Prueba de ello es que aún no se han brindado explicaciones del funcionamiento cuestionable de las "fotomultas", que suman irregularidades de todo tipo. También, la fuerte barrera sobre la apertura de las obras privadas o proyectos inmobiliarios que dejan de invertir por ello, y que contradictoriamente se deja que la ilegalidad en la toma de terrenos siga en vigencia sin ningún problema.

Las luces y sombras de la gestión municipal platense demuestran hoy que el vecino se encuentra cada vez con menos respuestas. Delegaciones con faltas de insumos, sumadas a que quienes las conducen no están capacitados para el cargo que representan. Por lo tanto, el llamado de atención es para todo el arco político, tanto el oficial como el opositor: resulta necesario que rindan respuesta a quienes les depositan la confianza para ocupar sus bancas. En tanto este escenario no cambie, el camino de los destinos políticos de cada uno de ellos se verá enfrentado a una sociedad que los expulsará, como ya lo hace con la ausencia a la hora de votar.

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