

Uno asocia, por lo general, el concepto de salud con la ausencia de enfermedad. Pero una definición precisa conjuga tres factores que deben estar en armonía. La salud es el resultado de un bienestar físico, psíquico y social.
Les diré más, hay una conexión bidireccional entre mente y cuerpo, por lo que para estar en plenitud no sólo hay que hacer actividad física, sino también desarrollar estrategias de pensamiento positivo que contribuyan al bienestar espiritual.
En este sentido, la "química cerebral" regula el comportamiento fisiológico de nuestro organismo. Nuestros pensamientos activan sustancias químicas llamadas neurotransmisores que llevan mensajes al resto del organismo.
La "química cerebral" regula el comportamiento fisiológico de nuestro organismo.
Por ejemplo, pensamientos de ira y enojo aceleran el pulso cardíaco, aumentan la presión sanguínea, generan insomnio, úlceras y un sin fin de desequilibrios orgánicos que abren las puertas a la enfermedad.
Mientras que por el contrario, los pensamientos de paz, tranquilidad, amabilidad, y generosidad elevan los niveles de inmunidad. Los miedos constituyen otra barrera hacia el bienestar y generalmente obedecen a una percepción inadecuada de la realidad.
Recuerden que el comportamiento modifica el sentimiento y el sentimiento modifica el pensamiento. Una intención sin acción es sólo una ilusión.
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• Fernando Ruiz, autor de esta columna, es el Director de la Fundación Máximo Rendimiento.