lunes 13 de mayo de 2024 - Edición Nº1986

Weekend | 3 mar 2024

Vecinos Que Cuentan Historias

🏥 ¿Quién fue el médico que creó la primera clínica de City Bell?

En esta ocasión te contaremos la historia del médico que aterrizó en City Bell a mediados del siglo pasado y revolucionó todo a su paso. Dueño de un legado imborrable, su compromiso con la profesión culminó en la fundación del primer Instituto Privado de Clínica y Cirugía del barrio, marcando un hito de excelencia en la región.


En 1955, el Dr. Ricardo Alejandro Berri llegó a City Bell con el propósito de suplir la falta de médicos jóvenes en la zona. Enterado de la precaria situación médica local, decidió establecer su consultorio en una casona del área en donde se dedicó a atender a los primeros enfermos, incluso en condiciones difíciles y con recursos limitados.

Su presencia no solo benefició a la comunidad de City Bell, sino que también brindó oportunidades de formación a médicos jóvenes. Trabajando en el Hospital San Martín y promoviendo la educación médica, contribuyó al surgimiento de especialistas locales destacados. 

En 1965, fundó el Instituto Privado de Clínica y Cirugía de City Bell, un espacio moderno y equipado, convirtiéndose en un referente de calidad en la región. El legado del Dr. Berri va más allá de su práctica médica. Su énfasis en el control de calidad, la formación del personal y la ética profesional establecieron un estándar de excelencia en la región.

El Doctor Berri (izquierda) junto a un colega. Su pasión por la medicina contribuyó al surgimiento de especialistas locales destacados.

A pesar de los desafíos, se retiró con la certeza de haber dejado una huella de servicio, profesionalismo y dedicación. A continuación, les compartimos el texto "El Dr. Berri y la clínica", publicado en el libro "City Bell: Vecinos que cuentan historias". El mismo está basado en una entrevista telefónica realizada en el programa "Hablando de City Bell", conducido por Guillermo Defranco y "Juanjo" Vendramin, el 7 de abril de 2016.


El Dr. Berri y la clínica

Llegué a City Bell promediando el año 1955. Estaba recibido desde el año 1953 en la Universidad Nacional de La Plata, y en el 55 decidí instalarme aquí al enterarme por un amigo familiar, José Balseiro, que estaban faltando médicos jóvenes, y que los que estaban instalados ya estaban teniendo dificultades.

El Dr. Raffi llevaba muchos años, desde antes del año 1933, y la Dra. Narváez que no podía salir a domicilio por su condición de mujer, en pleno campo; y lo mismo con el otro facultativo, el Dr. Trevino que ya no se hallaba bien de salud. Así que asumí la responsabilidad y me instalé en una casona de la familia Badessich en la Diagonal 9 de Julio entre Pellegrini y 15, que eran amigos de los Bell.

Allí instalé yo mi consultorio, en esa casona que ahora es un hotel, atendí a los primeros enfermos. No había acá quien hiciera emergencias médicas, así que yo, antes y después de muchas horas de consultorio, atendía domicilios, y a veces de madrugada también tenía que salir.

Mis límites para la atención médica eran Villa Elisa, en el Norte, el límite con Gonnet, en el Sur, la actual Ruta 36, en el Oeste, y en el Este, los barrios detrás de las vías; así que era bastante extenso. Las condiciones de los caminos eran muy malas, ya que en aquel entonces la mayoría de las calles eran de barro, había unas pocas con calcáreo. El camino a La Plata era de una sola traza con mano y contramano.

Además de eso, nunca abandoné mi tarea en el Hospital San Martín (el Policlínico) porque siempre añoraba completar mi formación como médico cirujano. Comencé haciendo Clínica General como Médico de Familia, y llené un vacío ya que al ser una persona joven podía hacer gala de ello y salir a toda hora y a cualquier lugar.

Con decir que (siempre le cuento a la gente) en el baúl llevaba una pala de punta, una pala ancha, un tirante y un farol. Si en el medio del campo se me quedaba el coche, no había quien me ayudara ni medios de comunicación como ahora.

Yo siempre tuve una gran colaboración de parte del Jefe del Cuartel. La ambulancia del Cuartel salvó muchas vidas a requerimiento mío. Cuando había hemorragias graves u otros acontecimientos, como problemas cardíacos, se tenía que trasladar con urgencia al enfermo. 

Siempre que al cuartel le hacía el llamado, ellos me enviaban la ambulancia para hacer el traslado, y atrás, iba yo; por lo general al Instituto Médico Platense o al Hospital Italiano. El Hospital San Roque de Gonnet todavía no existía. Junto con el Hospital de Mar del Plata fueron levantados por Osvaldo Mamone cuando fue ministro, con la concepción de hospital de gran complejidad

Yo me desenvolvía como podía; tanto es así que una de las primeras cosas que hice fue ir avisitar a los dos farmacéuticos del pueblo, que eran Capelletti y Guglielmino, para preguntarles si tenían provisiones de suero y guías de suero. Ellos me miraban extrañados, pero cuando había un coma insulínico o un coma diabético había que actuar con rapidez para sacar al enfermo antes de que se me muriera. Y colgábamos el suero de las arañas de los dormitorios. 

Me ayudaba siempre una persona que falleció hace algunos años, y yo la quisiera recordar, Roger Soruco (cuyo hijo también es médico) que empezó conmigo la facultad en el año 46, y abandonó la carrera en 3º o 4º año; pero cuando lo encontré en City Bell se prestó gustoso a ayudarme en esta atención a domicilio de los enfermos. Tanto es así que, cuando fundamos la clínica en el año 65, a instancias mías estudió radiología y estuvo a cargo del Departamento de Radiología de la clínica

Como era necesario tener un lugar que cubriera guardias y permitiera la internación para casos de emergencias, empezamos a hablar con los colegas Dr. Eugenio Crivaro, Dr. Larrea (de Villa Elisa), Dra. Narvaez, y mi concuñado Eduardo Aceval (que era clínico) sobre la necesidad de fundar una pequeña clínica que diera satisfacción a las necesidades que legítimamente la comunidad requería. 

Con el acuerdo de ellos comencé a buscar y di con el chalet que era propiedad del Teniente Coronel Fornaris (médico) en Calle Cantilo y esquina 7 donde tenía una policlínica externa de varios consultorios. Le compramos la propiedad. En eso tuvo una activa participación un querido amigo, Francisco Occhipinti, que ya está fallecido, y fue gerente del Banco Río.

La casa a partir de la cual se construyó la clínica, ubicada en Calle Cantilo y esquina 7, que era propiedad del Teniente Coronel Fornaris.

Con el ánimo que lo caracterizó siempre, de hacer el bien a través de la función bancaria, nos dio el crédito a los médicos intervinientes que nos posibilitó la compra del chalet y las primeras mejoras para adaptarlo para una pequeña clínica. La clínica arrancó con doce camas, con obstetricia y cirugía

Por mi labor en el Policlínico y conocer a una pléyade de médicos jóvenes recién recibidos como Ricardo Collado, Alberto Angaut, Miguel Flores Ibar, que después fueron todos grandes especialistas, García Azzarini, Néstor Arias, Luis Lima y Carlos Castilla. Todos estos médicos empezaron cubriendo las guardias de la clínica las 24 horas. Ellos fueron después especialistas destacados, y algunos siguen siendo, como Castilla que es Cirujano Maestro nombrado por la Academia de Cirugía de Buenos Aires.

Tuve la satisfacción de ver que no solamente solucionamos los problemas del pueblo, sino que también ayudamos a perfeccionar a médicos jóvenes y muy inteligentes. Una anécdota: En septiembre del 56 me llamaron de Los Porteños a las tres de la mañana para ver un enfermo. Cuando llegué, y había llovido una semana seguida, estaba el arroyo desbordado y tuve que dejar el auto y cruzar vadeando el arroyo con el botiquín en la mano en alto y con el agua por arriba de la cintura.

Esa gente de Los Porteños siempre valoró las actitudes mías para solucionar los problemas. Yo tenía pasión por la atención de los enfermos y no me negué nunca a un pedido de auxilio durante la noche o en la madrugada, pese a que tenía que estar a horario en el Policlínico, al que ingresé en el año 50 a la cátedra de Mainetti

Debía estar todos los días a las ocho en punto de la mañana y volvía a la una de la tarde; por eso tenía que atender a los enfermos antes o después del consultorio. Yo era una persona joven, con gran resistencia, y pude soportar esto en los primeros años. La clínica se fundó diez años después de empezar mi actividad en City Bell.

Ese mismo año se fundó el Rotary Club, donde tuve el gusto de conocer al padre de Vendramin que fue un gran amigo también. Fue Juan Bello junto a Eugenio Crivaro quienes me invitaron a participar de la primera formación del Rotary Club City Bell.

Dirigí el Instituto Privado de Clínica y Cirugía de City Bell desde el año 65 hasta el año 90. Años donde hubo altas y bajas, pero tuve la suerte de formarme junto al profesor Mainetti que tenía una exigencia máxima del rendimiento y de la excelencia; por lo tanto, me ocupé de que tuviera la mejor aparatología, que no faltaran los últimos adelantos de la medicina y de la cirugía

De las doce camas iniciales llegamos a tener más de treinta cuando yo me retiré. Teníamos Unidad Coronaria, Unidad de Terapia Intensiva, Sala de Obstetricia y Sala de Cirugía equipada con los mejores elementos. Hasta compré un grupo electrógeno que me costó en aquel entonces quince mil dólares y cinco mil dólares para el encendido electrónico, de forma que cuando cortaba la luz SEGBA, automáticamente el grupo electrógeno arrancaba y proveía de luz a toda la clínica.

Yo me jactaba de que podía hacerle roncha a cualquiera de las otras clínicas. La clínica tenía diez cajas de cirugía, cada caja tenía el valor de un coche. Además, teníamos autoclave para esterilización. Un día traje a los mejores especialistas e hice un curso a todo el personal del área quirúrgica sobre esterilización que duró tres meses. 

Después que pasó el curso los reuní a todos y les dije: "Les he proporcionado las herramientas para que sean eficientes empleados. Ahora les advierto una cosa, a partir de este momento, sin decirles nada, voy a sacar una caja cualquiera de los estantes y la voy a llevar a analizar al Instituto Biológico, y si me da positivo de infección, los dejo cesantes a todos". Saqué tres veces cajas, y las tres veces me dio negativo.

Cuando comenzó la clínica me di el lujo de traer como médicos consultores a profesores como Cosentino en ortopedia, como Fidel Schaposnik en clínica médica, Mainetti en cirugía, Games en ginecología. Pude traer a los mejores especialistas en el momento en que la inauguramos, por las vinculaciones que tenía con el Hospital San Martín, que es un hospital escuela donde están todas las cátedras de la Facultad de Ciencias Médicas de La Plata, menos las de niños e infecciosas.

Cuando me retiré, después de veinticinco años, puse en venta mi parte y los médicos me pidieron prioridad. Efectivamente así ocurrió, se reunieron y me compraron el valor accionario; pero, lamentablemente a los tres años la fundieron.

Pero se fundió por una razón que es muy de los argentinos, en muchos casos están los profesionales trabajando en un lugar, como la clínica, y se desligan de todos los problemas que no sean médicos, entonces dejan actuar a gente que no es de suma confianza, y hay gerentes que después aprovechan la coyuntura para hacer tropelías desde el punto de vista financiero.

Yo me jactaba de cuidar la limpieza. Todos sabían que estaba con el ojo escudriñando cualquier defecto, desde que entraba, a las siete de la mañana, y cuando volvía a la tarde o a la noche. Aún muchos sábados, cuando volvíamos con mi esposa de una función cinematográfica, yo sin decir nada frenaba, entraba a la clínica subrepticiamente con mi llave para ver qué estaba haciendo el personal de guardia. 

Todo esto daba sus frutos porque el personal se acostumbró a un respeto por la profesión y por el paciente. Nunca tuve que llegar al extremo de despedir a nadie por alguna incorrección. Yo era discípulo de Mainetti, el gran maestro de la cirugía, pero además era muy amigo de Federico Crisman. Un día hablando con Crisman, en su casa en La Plata, me dijo: "Mire Berri, el cirujano cuando está cerca de los setenta años tiene que retirarse, porque es muy feo ver un cirujano que le tiemble el pulso cuando está operando". 

Y efectivamente yo estuve en Buenos Aires viendo operar a un destacado cirujano con un Parkinson, operando con las manos que se le movían y temblaban, por lo que podría haber producido un daño irreparable. En cambio, el que hace clínica médica poniendo el oído u observando al enfermo, puede seguir trabajando hasta una edad avanzada. Por eso, antes de que me agarrara el temblor, me fui.


¿Cómo ser parte del Volumen 2 de "City Bell: Vecinos que cuentan historias"?

Pautas para ser parte de la segunda entrega de "City Bell: Vecinos que cuentan historias".

Correo para enviar trabajos o efectuar consultas para publicar en la segunda entrega de "City Bell: Vecinos que cuentan historias".

Lectura online y descarga de la primera entrega de "City Bell: Vecinos que cuentan historias".

• Para adquirir el ejemplar físico de la primera entrega, los interesados deberán acercarse a la sede del Club Atlético y Fomento City Bell, ubicada en Calle 473 entre 13 C y Diagonal 3.

 
Entregas publicadas del Volumen 1 de "City Bell: Vecinos que cuentan historias"

"La vuelta al mundo en una manzana": Así era City Bell hace 60 años.

"Días de Carnaval": Los inolvidables festejos del Club Atlético y Fomento City Bell en la década del 60.

"El Jardín 911 y su gente": Una institución modelo en City Bell que va por sus 60 años.

"Algo sobre el Colegio Fray Mamerto Esquiú": ¿Cómo era City Bell y su enseñanza hace 60 años?

"El Savoia en los ochenta": Primeros amigos, travesuras y una infancia inolvidable en City Bell.

¿Sabías que City Bell tuvo su propio cine? Amanecer y ocaso de un sueño compartido.

¿Quién fue Roberto Themis Speroni y cuál es su vínculo con City Bell?

La Casa Azul de Jorge Romero Brest: Un tesoro artístico que perdura en City Bell.

Dueño de una pluma brillante: ¿Quién es "El Hombre Olvidado" de City Bell?

Sus obras son tesoros en museos del país: Enrique Riccio y su lazo indeleble con City Bell.

El mayor acontecimiento en la historia de City Bell: La noche en que se cayó la luna.

Fútbol de época en City Bell: ¿Quiénes jugaron en La Canchita del Negro Joya?

¿Cuál es la familia que vivió en la primera casa de City Bell y dónde estaba ubicada?

5 mujeres luchando por un sueño: ¿Cuál fue el primer colegio privado de City Bell?

Un cura, cuatro maestras y un Jeep: Así nació la Escuela Ceferino Namuncurá de City Bell.

Iconos: Tres mujeres, un sueño y la visión de crear la primera galería de arte de City Bell.

Un sueño llamado "Esperanza": La historia de la primera tienda de City Bell.

En primera persona: Así fue el verano de 1944 en la Estancia Grande de la Familia Bell.

¿Cómo era City Bell hace 100 años? 15 datos curiosos que seguro no sabías.

City Bell histórico: ¿Cómo eran las quintas linderas al Camino Belgrano en 1960?

¿Cómo era la Calle Cantilo de City Bell hace 70 años?

Los bañados de City Bell: Historia de un secreto bien guardado.

La historia de City Bell, el Padre Dardi y la Navidad inspirada en Pink Floyd.

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